La pesca es uno de los oficios de subsistencia comunes a los raizales; unas 700 familias derivan su sustento de esta labor artesanal. Sin embargo, dicha actividad se ha visto ostensiblemente reducida por el auge del turismo y el comercio en North End. La isla recibe un promedio de 600 a 700 mil visitantes por año, siendo esta una condición indispensable que ha catapultado la hostelería, el turismo y las actividades recreacionales como los renglones principales para el fomento del trabajo en San Andrés.
No es pues una sorpresa de que un alto porcentaje del PIB (Producto Interno Bruto) del departamento sea generado por el turismo o de que, según cifras reveladas por el DANE, el desempleo de San Andrés sea uno de los más bajos de Colombia. La población apta para trabajar ronda entre el 45% de los sanandresanos, oscilando sus edades entre los 24 y 57 años. El reciente auge de las telecomunicaciones en el Archipiélago ha impulsado el sector de los bienes y servicios, los denominados call center incorporan a sus plantillas las dotes lingüísticas de los sanandresanos quienes se desenvuelven muy bien como angloparlantes. En ese sentido, el SENA (servicio nacional de aprendizaje) presta un invaluable servicio, al encargarse de formar a la población para que accedan a las vacantes de estos nichos laborales. Dentro de la formación se presta especial interés a la comunicación asertiva verbal, la redacción y la gramática tanto en español, inglés y, en menor medida, francés.
Por otro lado, la gestión del actual presidente, Juan Manuel santos, frente al Banco de Desarrollo Interamericano permitió la obtención de un crédito de 70 millones de dólares que será utilizado para el saneamiento de los servicios públicos, para la adecuación de la malla vial, para inversión en salud, en educación, en deporte, en recreación y mejoras de la infraestructura turística. Se estima entonces que dicha inversión redunde en claros beneficios laborales y salariales para los residentes isleños.
Finalmente, debe hacerse mención de ello: el trabajo en San Andrés se encuentra bajo una estricta regulación migratoria, la Ley 2762 de 1991 es muy clara en ese sentido, debido a la procura de la conservación de los recursos, el equilibrio demográfico, cultural y económico de la isla, sólo pueden quedarse a laborar y residir los nacidos en el territorio isleño, sus parejas e hijos y quienes se domiciliaron en el Archipiélago con tres años de anterioridad a la expedición de la norma. Así pues, se regula la permanencia y visita de los extranjeros y nacionales continentales.