La Laguna Big Pond

La geografía central de la isla en su zona más elevada regala a la vista un panorama impensado para el relieve insular caribeño. Una laguna esplende sus aguas reflejando los colores veraniegos en su serena superficie.

Big Pond o la laguna de La Loma aguarda en un punto donde convergen variados senderos naturales flanqueados de árboles frutales, que embargan con los aromas de sus frutas maduras. Visitar La Laguna es un exquisito plan para escapar de la vida urbana y de las convulsionadas playas y gozar así de la magnífica flora y fauna sanandresana. La laguna es un cuerpo de agua de 400 por 150 metros en extensión, el lugar idóneo para reconocer el matiz verde de la isla; los ecoturistas y los fanáticos de los lugares tranquilos no deben dejar de visitar Big Pond. Llegar a este paraje natural no reviste complejidad alguna.

Para llegar desde North End, en auto se enfila por la carretera 20 de Julio y en menos de veinte minutos se recorren los cinco kilómetros que median entre las localidades. También es posible llegar a pie, en motocicleta, bicicleta o a lomo de un caballo.

En Big Pond el avistamiento de diferentes especies está a la orden del día. Con paciencia y buen ojo avizor el espectador de la naturaleza puede dar cuenta de especies de avifauna que residen en la isla tales como plataneros (Coereba flaveola), gorriones negros (Tiaris bicolor), verderón de San Andrés (Vireo caribaeus) y la elaenia caribe (Elaenia martinica). Vale la pena señalar que las anteriores son las especies más numerosas y más adaptables al entorno del Archipiélago y, por ende, las más susceptibles de ser avistadas.

Otras especies como babillas (Caimán crocodilus) y tortugas swanka (Kinosternon scorpioides) son fácilmente observables. Las Babillas —pequeños caimanes introducidos en la isla en los años setenta— se acercan a los visitantes que los agasajan con trozos de pan, en tanto las tortuguitas de cabeza colorida de cuando en cuando asoman fuera del agua para rápidamente volver a la seguridad de sus profundidades.

Como remate de una visita tranquila y revitalizante no estaría de más probar las delicias culinarias sanandresanas que se pueden degustar en La Laguna. Muy cerca se pueden encontrar casetas donde el visitante puede optar por una deliciosa picada de frutas, un refresco isleño o un suculento rondón cocinado a la vieja usanza raizal.