Cayo Cangrejo – Isla de Providencia

Qué es aquello tan peculiar que se observa desde las bahías… Un caparazón de tortuga o quizás de cangrejo; una roca volcánica emergiendo de las profundidades; una mota de polvo divino perdida en el infinito océano…, en fin, las presunciones pueden ser muchas, rayando con lo coloquial y lo poético.

En cualquier caso, que la fantasía dé licencia, y que luego los ojos corroboren de cerca la realidad. Cayo Cangrejo, la joya de Providencia, seguirá allí, aguardando para regocijar los sentidos de aquellos que se precian de disfrutar de verdaderas obras de arte

Y para llegar a este paraíso no hace falta ni mucho dinero ni mucho tiempo. Desde los embarcaderos de Bahía Maracaibo, en compañía de otros felices turistas puedes abordar alguna de las lanchas que hacen el rápido recorrido hasta el cayo; vale la pena mencionar que por pertenecer al PNN Macbean Lagoon, todo visitante debe pagar una tarifa (el costo varía si eres colombiano o extranjero), pero a decir verdad es muy poco dinero, entre cinco y 10 dólares USD aproximadamente.

De seguro apenas pises sus finas arenas ya querrás introducirte en ese mar que con tanta atención venías observando desde antes del arribo. Pero no hay por qué tener tanta prisa, este paraje asombroso, de tan solo dos hectáreas, es súper ideal para ser reconocido al dedillo. De tal suerte, te puedes tomar unos cuantos minutos de tu tiempo y ascender por un corto sendero hasta la parte más elevada del cayo. Desde la cima de Cayo Cangrejo, los turistas tienen a favor uno de los mejores miradores naturales del Caribe.

No es por exagerar. Desde esta particular cúspide los ojos logran dominar una espectacular panorámica de 360 grados: Providencia y Santa Catalina se observan en estrecha disposición, flotando sobre un mar de azul profundo; la tercera barrera de coral más grande del mundo, envuelve todo el ámbito marino, cual si fuera un cinturón colorido con incrustaciones de gemas preciosas. Y el mar, ese mar que acaricia los bordes de Cayo Cangrejo, sencillamente no se deja clasificar: su escala de colores en conjunción con sus parches coralinos hacen de ésta una tarea imposible.

Ahora, después de este fenomenal vistazo, se vienen otras muy buenas actividades. ¿Pero por dónde empezamos? Digamos que si tienes hambre o si deseas beber, unas empanadas de cangrejo y un imperdible coco loco te dejaran con las energías cargadas ―aunque claro, lo que sigue es el careteo, no está bien llenar mucho el vientre ni pasarse de tragos―; ¿dónde dejaste la careta y las aletas? Ahora el careteo se vislumbra como actividad irrechazable, justo en esas piscinas naturales que se forman cerca de los parches de coral y justo donde la biota marina discurre abundante y tranquilla: barracudas, peces payaso, peces cirujano, peces loro, pargos rojos, peces sargento, e innumerables especies más que dejamos a tu propio descubrimiento.

Por desgracia, después de algunas inestimables horas de increíble relajación, se llega el temido momento de partir del pequeño, deshabitado pero insuperablemente hermoso Cayo Cangrejo. Sin embargo, en el aire queda la promesa de regresar muy pronto. Tanta tranquilidad y tanta belleza necesariamente son adictivas.