Un litoral escarpado se eleva por encima de una piscina natural de inconmensurable belleza. El cielo y el mar parecen dos espejos: el uno reflejando al otro. No se sabe entonces cuál es cuál. Aquí, el azul turquesa brilla en todo su esplendor, bajo los pies de los bañistas multitud de peces de todas las formas y gradaciones discurren a placer.
Es una fantasía hecha realidad. La paciente ingeniería y la sabia arquitectura de la Madre Naturaleza han ideado una alberca marina para el deleite de locales y turistas. Si bien es cierto que no hay playa coralina (arena blanca o dorada), sus características convierten a este exquisito balneario en un imprescindible a la hora de visitar a San Andrés Isla: La Piscinita rebosa tranquilidad, belleza y la nada despreciable oportunidad para practicar a lo grande el careteo (snorkel) y de paso maravillarse con la vida y el color de las profundidades
Tan solo llegar, todos quieren una inmediata inmersión en ese cristalino espejo marino, es entonces cuestión de tomar partido por la entrada en escena: hay quienes descenderán por las escalerillas incrustadas en las rocas, otros se deslizarán raudos y en amplia sonrisa por el tobogán, en tanto los más intrépidos darán un acrobático salto desde un trampolín a las seguras y rutilantes aguas que pueden alcanzar una profundidad de hasta ocho metros.
Por último, no hay que olvidar una cámara subacuática para tomar unas fotografías que convertirán a los afortunados visitantes en la envidia de amigos y familiares.
Ubicada al oeste de la isla, La Piscinita se consolida en uno de los planes más económicos, promete a sus visitantes diversión para rememorar por siempre. Asimismo, tampoco debe olvidarse llevar el equipo de snorkel correspondiente que se convierte en una necesidad de primera mano, ante la magnificencia de un mar que estalla en mil chispas y bajo el cual los pececillos aguardan juguetones. Pero si olvida este detalle, tampoco es para tanto: los lugareños alquilan estos equipos a precios que oscilan entre los tres y cinco dólares.
Pero este inigualable balneario tiene más sorpresas en su haber: después de una maravillosa zambullida y de haber nadado muy cerca de bancos de peces multicolores, aquí el paladar también puede darse una gran fiesta; en lo que respecta a las buenas recetas isleñas, el visitante podrá disfrutar de delicados postres de limón y de coco, de una suculenta langosta, de una picante cazuela de mariscos, de un infalible run down o de una deliciosa sopa de cangrejo.